El
pódium lo conforman tres jarrones, que representan la calidad de ollas de barro
que se elaboraban en Tocancipá, caracterizándolo como el primer pueblo alfarero del país, y a su vez también representa los nacimientos de los
frailejones que salen de la tierra, como una de las vegetaciones más
representativas del altiplano cundiboyacense.
Su vestimenta era sencilla, por lo general
estaba compuesta de camisa y pantalón, lo cual reflejaba los orígenes humildes
de esta cultura trabajadora y campesina. Los objetos que el ollero cargaba
consigo durante sus jornadas laborales eran básicos y necesarios para su
alimentación. Normalmente el ollero
llevaba en la mano una vara o cayado que empleaba para acomodar la carga,
defenderse de animales o como apoyo para situaciones en las que el camino lo
requiriera, y no podía faltar el sombrero para protegerse del sol. Como
todo creyente de la religión católica, el ollero hacia uso de elementos
religiosos, ya fuesen camándulas o crucifijos que siempre llevaba en su cuello
y permitía tener una conexión más profunda con su fe y la esperanza de un mejor
futuro.
Para sostener la
mercancía sobre su espalda, el ollero utilizaba una zuta
o bolsa, y colocaba un arnés sobre su frente que se unía a un cinturón
ancho en su cintura, lo cual ayudaba a amortiguar el peso y evitar hernias o
cualquier mal esfuerzo.
El
calabazo tapado con una tusa era el recipiente donde se llevaba el guarapo,
bebida fermentada a base de panela y agua
o la chicha a base de maíz que se
consumía para hidratarse o compartir con sus clientes, este calabazo tenía un
pocillo pequeño al lado, fabricado también por ellos mismos. Los tostados de habas o maíz hacían parte de su
alimentación diaria, estos eran guardados en una mochila redonda al lado del
calabazo.
El costado derecho del
domo representa el lugar donde se extraía el barro y era pisado para ser
transformado en ollas de diferentes
tamaños, conforme a las necesidades de los clientes para la cocción de los
alimentos o para la fabricación de la sal en Zipaquirá y Nemocón.
También
se pueden apreciar cuatro ollas inclinadas a 45° con iluminación artificial,
esto representa la utilidad de estas piezas, ya fuera en el hogar o en la
industria cocinando la sal; y un pozo de agua, en el cual las aves que llegan
al lugar pueden hidratarse.
En
la parte superior del domo se halla ubicado el mapa de Suramérica, que el
ollero está pisando con su pie derecho,
representando la proyección de la comunidad Tocancipeña hacia el mundo. El pie
izquierdo se encuentra pisando el barro, representando la técnica de la
extracción de la arcilla de suelo y las largas horas de camino que debía
realizar el campesino para llegar a sus destinos.
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